Si quieres tener un cachorro de gato ¡enhorabuena! Pocas cosas te darán más satisfacción en esta vida, pero ¡cuidado! Los gatitos vienen sin manual de instrucciones. En primer lugar, has de tener en cuenta que – aunque tú no lo sabías – tu casa es un inmenso juguete. Cortinas y estores son deliciosas para trepar o dejarse caer “metiendo uña”, los libros cerrados son un misterio, pero si logras sacarlos del estante y tenerlos abiertos, es divertidísimo retozar y arañar entre sus páginas. Las plantas – incluso las que no saben bien – molan porque a veces cuesta alcanzarlas y aunque se pueda romper el tiesto, hasta en el suelo dan mucho juego. Qué decir de portarretratos, figuritas (las de madera suelen ser las preferidas), objetos de barro o porcelana y hasta cuadros sin cristal… Todo… ¡Todo! Resulta un paraíso para las infinitas ganas de jugar de un pequeño minino. En segundo lugar, piensa que – a medida que crece – tu gatito accederá ab-so-lu-ta-men-te a cualquier rincón de tu casa. En el espacio de encima de los armarios, jamás visto por el ojo humano, debajo de ese mueble de tan difícil acceso, en el interior del más recóndito hueco, allí llegará nuestro gatito llevado por su insaciable curiosidad. Y en tercer lugar, no esperes imponer un espacio a tu nuevo amiguito o amiguita, porque será él quien te diga, más bien, dónde preferiría que te ubicaras tú. En todo caso, piensa que con él, por fin aprenderás a relativizar la importancia del mundo material y, por qué no, a centrarte tan sólo… en las cosas importantes.



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